Buscando un texto para acompañar mi dibujo, encontré este poema de Pablo Neruda...
Versa de los cambios continuos que se dan en este mundo, de que nada permanece.
y me acuerdo de la canción que canta Pedro Aznar "la arena sabe amar y dejar partir, quien pudiera tan liviano fluir..."
y pienso en lo importante de aprender a soltar, a vivir en el presente y disfrutarlo, en lo rápido que pasa eso que denominamos "tiempo"
y en la obstinación, que nos suele atacar, de pretender que las cosas queden como están, de congelarlo todo, para preservarlo del cambio
pero rehuirlo es solo estancarnos, el río seguirá fluyendo, de nosotros solo depende la forma en que sus aguas nos rocen...
utilizado este espacio para verter las ideas del momento, doy paso a las palabras que prometí exponer más arriba, y a las imágenes que las complementan.
Saludos
Juli.
Mariposa de otoño
(Pablo Neruda)
La mariposa volotea
y arde —con el sol— a veces.
Mancha volante y llamarada,
ahora se queda parada
sobre una hoja que la mece.
Me decían: —No tienes nada.
No estás enfermo. Te parece.
Yo tampoco decía nada.
Y pasó el tiempo de las mieses.
Hoy una mano de congoja
llena de otoño el horizonte.
Y hasta de mi alma caen hojas.
Me decían: —No tienes nada.
No estás enfermo. Te parece.
Era la hora de las espigas.
El sol, ahora,
convalece.
Todo se va en la vida, amigos.
Se va o perece.
Se va la mano que te induce.
Se va o perece.
Se va la rosa que desates.
También la boca que te bese.
El agua, la sombra y el vaso.
Se va o perece.
Pasó la hora de las espigas.
El sol, ahora, convalece.
Su lengua tibia me rodea.
También me dice: —Te parece.
La mariposa volotea,
revolotea,
y desaparece.
y arde —con el sol— a veces.
Mancha volante y llamarada,
ahora se queda parada
sobre una hoja que la mece.
Me decían: —No tienes nada.
No estás enfermo. Te parece.
Yo tampoco decía nada.
Y pasó el tiempo de las mieses.
Hoy una mano de congoja
llena de otoño el horizonte.
Y hasta de mi alma caen hojas.
Me decían: —No tienes nada.
No estás enfermo. Te parece.
Era la hora de las espigas.
El sol, ahora,
convalece.
Todo se va en la vida, amigos.
Se va o perece.
Se va la mano que te induce.
Se va o perece.
Se va la rosa que desates.
También la boca que te bese.
El agua, la sombra y el vaso.
Se va o perece.
Pasó la hora de las espigas.
El sol, ahora, convalece.
Su lengua tibia me rodea.
También me dice: —Te parece.
La mariposa volotea,
revolotea,
y desaparece.
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